Andando por Cali.

A muchos les puede pasar por la cabeza la idea de quedarse viviendo en el Parque Tayrona o por lo menos de alargar al máximo su estancia en él, o por lo menos les ha rondado el deseo congelar por un rato el tiempo mientras se está entre sus aguas o sobre su arena… Nosotros no fuimos la excepción; aunque también se nos pasó por la mente, no lo deseamos con tanta fuerza porque tenemos otro sueño que nos hala: llegar hasta la Patagonia Argentina, o lo más cerca que se pueda. Por eso, después de disfrutar al máximo su belleza, nuevamente a arreglar la maleta y comenzar a bajar hasta Isnos-Huila donde será nuestro “acuartelamiento”.


De Barranquilla viajamos en avión (pagado por los organizadores) hasta Cali, lugar donde se aborda el transporte terrestre hasta Isnos. El aeropuerto de Cali queda realmente en Palmira, a 40 minutos de Cali, y un taxi te cobra 60.000 para llevarte a la ciudad; pero no te preocupes, en casi todos los aeropuertos hay otra opción: buses que te llevan del aeropuerto al terminal de transporte, por 6.500, y el trayecto en bus demora casi el mismo tiempo que en taxi. Pero teniendo la posibilidad de recorrer las calles caleñas, incluyendo la “famosa calle quinta”, no íbamos a arrancar de inmediato para el Huila, decidimos hacer escala en Cali y aprovechar la ventaja de tener amigos y familiares en esta ciudad, así el hospedaje no sería problema; ya saben lo que dicen: “más vale tener amigos que plata”

Cali es una ciudad seductora, de gente amable y de una temperatura considerablemente alta (el día que llegamos estaba a 29° C). No es tan calurosa como la costa, pero de igual forma calienta bastante durante el día. Por eso, con ganas de cambiar un poco de ambiente y de clima, decidimos pasar directamente a Pance, un corregimiento de Cali, atravesado por el río que lleva el mismo nombre. Hasta ahí suben los caleños a refrescarse los fines de semana y los días más calurosos, los domingos es común ver los paseos de olla, los sancochos al lado del río y a las familias compartiendo de la frescura del agua. Es muy fácil llegar a Pance, se consiguen buses urbanos desde el terminal de transporte y desde el centro de Cali que salen cada 15 minutos, con un costo de 1900 pesos por persona, también se puede acceder desde el transporte masivo (MIO), desde la estación Universidades en donde sale un alimentador que llega hasta el mismo lugar donde te dejan los buses, es decir, en la Vorágine, que es el caserío del corregimiento. Ahí hay diferentes balnearios al lado del río, restaurantes con menús desde 8.000 y casa-fincas para el hospedaje, desde 30.000 pesos la noche por persona. Nosotros nos alojamos en la casa de un amigo, una hostería donde se duerme al arrullo del río y al despertarse uno se encuentra, en el patio, una piscina natural donde corre agua del mismo Pance, refrescante a más no poder. Siguiendo nuestro sistema, mercamos en Cali, nos provisionamos para vivir 3 días desconectados de todo y todos; una casa sin internet ni televisión, la naturaleza para nosotros dos y un río para nuestros antojos… Así descansamos de nuestra “ardua” tarea en Santa Marta.


De regreso nuevamente en Cali fuimos al centro de la ciudad. Ahí hay bastantes lugares para recorrer y conocer: hace unos 4 años se inauguró el Bulevar del Río, un punto de encuentro a orillas del río Cali, muy cerca al centro histórico, donde diariamente confluyen transeúntes que dan vida y movimiento al lugar. El recorrido del Bulevar inicia en la Ermita, una iglesia con estilo gótico que embellece el sector, luego se pasa al Parque de los Poetas, donde hay esculturas de los escritores más representativos del Valle, incluyendo a Jorge Isaacs y Ricardo Nieto, se avanza después al lado del edificio de Coltabaco y se sigue subiendo a orillas del río, observando información sobre la construcción del lugar y una muestra de las esculturas de las Gatas del Río. Si quieres ver a todas las Gatas, debes subir unas 7 u 8 cuadras hasta el Parque del Gato, donde se encuentra el Gato del Río, una escultura del maestro Hernando Tejada que custodia el río Cali.



Luego de estar varios años al lado del río en soledad, llegan a hacerle compañía las Gatas del Gato: 16 esculturas realizadas por Alejandro Valencia Tejada, artista y ceramista caleño e intervenidas por diferentes artistas de la ciudad. Las Gatas llegan a intentar robarse el corazón del enigmático gato y a acompañarlo en las noches cálidas y rumberas de la Sucursal del Cielo. En el centro también aprovechamos para visitar la plazoleta y el complejo arquitectónico de San Francisco, que consta del convento de San Joaquín, la capilla de la Inmaculada, la torre Mudéjar, la iglesia de San Francisco y un museo de arte religioso. De ahí pasamos a la plazoleta Caycedo y nos deleitamos con la arquitectura de los edificios del lugar. En compensación, después de alimentar nuestros ojos, nos acercamos a uno de los puestos ambulantes y disfrutamos de unos ricos chontaduros, uno de los mejores frutos exóticos del pacifico, que no puede faltar en la dieta de los caleños; rico en vitaminas y en sabor, aderezado con el agridulce de la miel y la sal… RECOMENDACIÓN RECOMENDADÍSIMA: no puedes ir a Cali y no comer un chontaduro con bastante sal y miel. Será casi como visitar Cali y no ir a bailar salsa, de esa salsa de la buena…
ya que llegamos a este punto, también te recomendamos hacerlo, date al menos una noche para ir bailar, no necesitas pagar los altos precios de Juanchito, ve y baila salsa de la buena por la Roosevelt en el Rincón de Don Heberth o en la quinta en la Topa Tolondra, en estos lugares bailamos y nos trasportamos en el tiempo, a esos momentos donde la salsa era la reina indiscutible de las discotecas.

“Recorrimos el centro de derecha a izquierda”, por eso llegamos muy cansados a la casa de un familiar que nos ofreció su hogar para nuestro hospedaje dentro de la ciudad. Pero antes de llegar compramos un par de cervezas para disfrutarlas en la noche y en el balcón; Cali es una ciudad calurosa pero con una gran ventaja, a eso de las 5 p.m. comienza a ser visitada por la brisa del Pacífico, entonces se convierte en una ciudad con un viento agradable, un viento que mueve las palmeras, que renueva las gentes; la ciudad es otra. Vale la pena aguantarse el calor de todo el día para poder disfrutar de esta brisa en la tarde noche, y si es con un par de cervezas y una buena compañía, mucho mejor.

Descansamos y nos preparamos para subir a conocer Cristo Rey, una escultura de 21 metros de altura y 5 de pedestal, ubicado en el cerro de los cristales; un Cristo al estilo del de Brasil, el Corcovado, que tiene 30 metros de altura y 8 de pedestal. Subiendo por el cerro se puede observar, a la orilla de la carretera, la obra del artista Carlos Andrés Gómez, quien ha esculpido con barro y cemento, en alto relieve, sobre los barrancos de la vía, bellas figuras como “La Existencia”, “El Lamento de la Pacha Mama”, entre otros. En el ascenso también se puede hacer una parada en el mirador de Belalcázar, una vista cercana de Cali, al lado de la escultura en homenaje al fundador de la Ciudad, Sebastián de Belalcázar, el mismo fundador de Popayán, Pasto y Quito. Desafortunadamente, este mirador está muy cercano a la ciudad y a los edificios, por lo que es más recomendable la vista desde Cristo Rey. Así que si no cuenta con tiempo para los dos lugares, siga de largo hasta la cima, allá desde el cerro de los Cristales se puede ver la magnitud y el encanto de la ciudad de Cali.



Llegó el jueves, uno de los mejores días para ir la Universidad del Valle, la universidad pública del departamento y una de las más importantes a nivel nacional. Tiene una muy buena biblioteca y un lago que le añade al verde que abunda en la institución, hay muchos árboles y espacios verdes que permiten que la temperatura de la universidad esté a unos 2° C menos, en comparación con el resto de la ciudad. Esa preocupación por la naturaleza permite que, además de las diversas especies vegetales, también existan algunas especies animales que tienen la universidad como su hábitat en medio del concreto, existen especies de monos, ardillas, patos y otra gran variedad de aves. Ojalá esa preocupación y respeto por la naturaleza se mantenga en la presente y en las siguientes administraciones. El jueves es el mejor día para visitar esta universidad porque se realiza El Perol: un espacio de narración oral en la Plazoleta de Ingeniería, en donde se “cuentan cuentos”, todos los jueves a las 5:32 p.m. desde hace más de 23 años.




Es un espacio universitario al que fuimos invitados para el cierre de actividades del semestre: Conté cuentos y Miru vendió los separadores de libros hechos con sus pinturas; una noche mágica de historias y mucho color




Para el día siguiente nos invitaron a Las Noches del Griot, otro espacio de cuentería realizado en Jamundí, un municipio a 20 minutos de Cali, que lleva más de 15 años llevando arte, tradición y cultura a través de la narración de cuentos, como los emblemáticos Griots de África.

Anduvimos bastante en Cali y por eso fue muy difícil contener el estiramiento de esta nota… pero tranquilos que éste ya es el último párrafo. Después de todo lo andado, agradecidos por la hospitalidad y por las oportunidades que tuvimos para mostrar nuestro trabajo, el sábado iniciamos el viaje hacia Isnos, 7 horas en carro, si se hace directo y sin paradas fortuitas… o eso es lo que teníamos planeado… ¿Próxima parada: Isnos?



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